En la quietud de la estancia,
se deslizan susurros de versos,
quebrando el manto de silencio.
Solo, en contemplación profunda,
un blues susurra secretos al oído,
compañero fiel de este instante,
mientras la lluvia, en su danza etérea,
besa el cristal, arrullando sueños
de nocturnos empapados.
Los poemas fluyen, los versos
se desbordan, llenando el espacio.
Anhelo impregnar mi ser
de fragancias, que ávida,
va tejiendo la existencia
en manto de tierra y ensueño,
en esta tarde de invierno.
Allá, donde la espuma marina
acaricia las rocas, sedienta de pasión,
aguardan los rapsodas nocturnos,
de una dama que en vigilia,
sueña, junto al cristal
de tu sorrisa.
Sneyder C.