La Pintura y la poesía son una ventana por donde irrumpe la luz llenando la vida de color.

28 de enero de 2015

Arcoíris Pálido






llegara el día
que al derramarse la noche
la buscaras 
entre las sabanas,
pero solo hallaras nostalgia.
Intentaras 
coser la herida
pero el alma se quebrara
en llanto…

Serás  
un arcoíris pálido
que navega sin rumbo,
esperando la melodía
que restaure el alma,
mientras 
sus huellas
se perderán
diluidas en la lluvia.
                                        
Es cuando aprenderás
a amarla,
cuando empiezas 
a perderla.
En lo ambiguo de la noche
te aferraras 
a su recuerdo
para poder 
subsistir sin ella.

Sneyder




Sneyder C. 2015

Pintura: Karen Woods - Marec Langowski

14 de enero de 2015

Amar mientras habitas en mi





La ciudad se derrama desnuda
entre sombras dormidas
que deambulan en soledad.

La lluvia mansamente cae,
desgarrando un cielo incoloro
que se agita en la oscuridad.

Camino paso a paso,
mientras oleadas de palabras
vienen y van escondidas
en los poros de la piel.

Momento de reflexión
donde las metáforas
se materializan
para tejer sueños bajo la noche,
y amar mientras habitas en mi.

Percibo tu tacto, tu olor…
Con pinceles de pluma
esbozo tu recuerdo
y me vuelvo viento
que navega hasta ti
para expresar lo que siento,
mientras espero tu regreso.

Sneyder 







Sneyder C.
Pintura: Goloubetski - Irina Vitalievna



2 de enero de 2015

Noche de Reyes. La espera

La Espera
 (Cuento infantil)          

El verano había pasado y el otoño  dulcemente se colaba dejando su manto de hojas secas, se percibía en los días que cada vez la noche llegaba con mas premura, una brisa fresca se colaba entre los árboles, el inmenso hayedal había comenzado a perder sus hojas creando un espectáculo melancólico y a la vez hermoso, en el suelo se había creado  una alfombra llena de colores  que iban de los rojizos pasando por toda la gama de los ocres, las hojas del suelo y las que quedaban en los árboles creaban un paisaje mágico. 
En esos días el cielo se inundaba de aves que emigraban a lugares más cálidos, era el fiel reflejo de que la estación del otoño pronto daría paso al riguroso invierno. 



El macizo montañoso lucia espectacular con sus nuevos colores y entre ellos surgía una pequeña  aldea de montaña, alrededor de ella se encontraban diseminados en la inmensa cadena montañosa, varios caseríos que no distaban unos de otros más de unos pocos kilómetros, todas en medio de  la impresionante naturaleza.   
Las gentes del lugar eran humildes, sus ingresos venían de la ganadería ovina, lanar y de los quesos que elaboraban. El ver al pastor con su rebaño creaba una estampa pastoril, bucólica y entrañable, pero la vida de los habitantes era sacrificada, dura y muy difícil porque en invierno estaban expuestos a las inclemencias del tiempo, el viento, la lluvia, la nieve... Era un tiempo que los rebaños no podían salir a pastar permaneciendo en los corrales. 
Las familias que lo habitaban compartían las alegrías y desventuras, pero sus hijos, apenas una docena vivían felices correteando por el campo en completa libertad asistiendo a la escuela y haciendo de vez en cuando alguna travesura.
Entre ellos había una  pequeña que se llamaba Marta acababa de cumplir cinco años, su rubio pelo y las trenzas que peinaba le daban un aire travieso, de ojos azules y de mirada vivaz, alegre, extrovertida. Se interesaba por todo hacia toda clase de preguntas, la madre se pasaba el día intentando dar respuestas a todas sus dudas.


Todas las mañanas al despertar corría a la ventana y se quedaba ensimismada mirando con curiosidad las montañas esperando ver algo en ellas, así día tras día bajaba las escaleras corriendo y siempre haciéndole a su madre la misma pregunta - ¿Mamá cuándo se volverá blanca la montaña? – la madre no acertaba a comprender el interés de Marta por verlas cubiertas de nieve, la madre paciente siempre le repetía lo mismo, -cuando el invierno llegue se vestirá de blanco, pero antes tiene que hacer mucho frío-. Los días fueron transcurriendo para Marta lentamente, asistiendo a la escuela, correteando por el campo.



El día que esperaba había llegado, al despertar corrió como de costumbre a mirar por la ventana y quedó atónita no salía de su asombro al ver que un gran manto de nieve cubría las montañas, una alegría inmensa la invadía incrédula se frotaba los ojos era como un sueño. Emocionada bajó corriendo las escaleras mientras gritaba  ¡MAMAAAÁ! Las montañas se han vuelto blancas, ha llegado el invierno! - La madre le pregunto por enésima vez el porqué de ese interés por la llegada de la nieve - y Marta con toda la inocencia de sus años le dijo que la navidad se acercaba. En la escuela había escrito una carta a los Reyes Magos y la maestra les había dicho que mientras las montañas no estuvieran blancas no se podía mandar la carta, ahora había llegado el momento de hacerlo, los ojos le brillaban reía… Sus palabras salían atropelladamente, la madre la contemplaba feliz, por fin había adivinado el porqué de tantas preguntas.



 Y así iba transcurriendo el tiempo, con la monotonía habitual de los habitantes cada uno en sus quehaceres cotidianos. Marta llena de ilusión contando los días que faltaban para que llegara ese mágico momento que estaba esperado.

En el colegio dieron las vacaciones, la tranquilidad de la aldea desapareció, los pequeños, si el tiempo lo permitía pasaban el tiempo en la calle jugando con los trineos que les habían hecho sus padres, se deslizaban por la suave pendiente, hacían muñecos de  nieve, corrían, gritaban, estaban felices no les importaba el frío que hacia todos iban bien tapados con bufandas, gorros.... Ya estaban habituados a ese clima y si algún día no podían  salir lo pasaban cada vez en casa de un amigo inventando sus historias, a Marta le gustaba disfrazarse, la alegría y las risas inundaban la casa, allí donde estuvieran se podía escuchar desde la calle la algarabía que hacen los niños cuando se están divirtiendo.

Mientras el invierno se iba dejando notar implacable cada día con un manto de nieve, eran fechas que las familias estaba en sus casas no se podía subir a la montaña con el ganado y lo aprovechaban para otros menesteres. Los habitantes de la aldea se reunían charlaban  y preparaban sus aperos para cuando acabase el invierno.
El hogar de Marta se llenó de color con las guirnaldas de colores que la madre con todo esmero había puesto, el padre junto con los demás vecinos subieron a la montaña a cortar ramas de abeto y hacer en cada casa su particular árbol.


Marta junto a su madre, iba preparando los adornos que había ido confeccionando y pintando de alegres colores para adornar el árbol. La casa rebosaba alegría era ese ambiente único que solo se vive en la Navidad pero faltaba lo más importante por poner; el clásico “Belén “con sus figuritas de barro, era lo que más le gustaba a Marta, cada día jugaba moviéndolas y acercándolas al portal pero sobre todo a los “Reyes Magos” la ilusión de la espera, el saber si la carta que escribió con tanta antelación la habrían recibido. Conforme se iba acercando tan mágico día más inquieta estaba.

Tan solo faltaban unos días para Noche Buena, todos estaban impacientes por tan ansiado día, los padres ilusionados por ver a sus hijos con tanto ir y venir la pequeña aldea estaba alborotada ya que todos participaban en los preparativos para la Misa del Gallo, los niños nerviosos y las madres terminando los trajes de pastores que les habían confeccionados.
Llegó el momento deseado los niños en el coro cantaban y sus voces se escuchaban en la pequeña iglesia con admiración, al terminar todos estaban contentos y felices.
 Con tanta actividad Marta en esos días estaba tan atareada con los ensayos que no se dio cuenta hasta el día de Navidad que faltaba muy poco para que llegasen los Reyes. Y de nuevo comenzó a preguntar a su madre  ¿Tú crees que recibieron mi carta? La madre decía pronto lo sabremos.



Por fin llego la noche de “Reyes” Marta, preparó sus zapatos junto al Belén y puso un pequeño capazo junto a la ventana con paja y cebada, su padre siempre decía que los caballos de los “Reyes Magos” tenían que comer después de tan largo camino, del intenso frío que habrían pasado estarían hambrientos, y sobre todo para que al año siguientes se acordaran de volver.
Después de repasar que no faltara nada, y todo estuviera preparado para su llegada, se fue a la cama pronto para que la noche pasara rápida.
A la mañana siguiente se levantó muy temprano, esa noche apenas durmió por el nerviosismo pensando si habrían recibido la carta.



No se atrevía a bajar estuvo dudando si sería demasiado temprano para mirar ¿Y si no habían pasado todavía?  ¿Y si estaban en la casa dejando su regalo? Sentía entre miedo e impaciencia por mirar. Sin dudarlo más corrió a donde estaban sus zapatos y allí se encontraban dos paquetes envueltos con papel de colores…… se puso a gritar ¡¡¡ PAPAAA, MAMAAA, HAN PASADO LOS REYES!!! 

Mientras nerviosa abría los paquetes. Con gran ilusión sus padres miraban la escena contentos al ver la felicidad de la pequeña, Marta solo repetía - Es lo que les pedí en mi carta y me lo han traído – a la vez que enseñaba los juguetes a sus padres……
La espera había terminado.


Sneyder. Caty



A Melissa Diciembre 1996



El tiempo ha pasado muy rápido, y la niña a la que le escribí el cuento tiempo atrás, es toda una mujer. Es mi ahijada Melissa. Espero que desde Bristol lo puedas leer. 
Que la magia de aquellos años la conserve siempre en su corazón.



Sneyder C.
Pintura :Lisi Martin


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